La Sinfóniska es una banda de ska punk colombiana conformada por Jonathan Durango (voz y trompeta), Juan Loaiza (bajo y coros), Juan Grisales (guitarra y coros), Alejo Uribe (trombón), Inmataw Chamorro (saxo) y Cristian (batería) cuya propuesta musical que fomenta el pensamiento positivo y la actitud mental positiva.
Influenciada por bandas de la tercera ola del ska norteamericano como Reel Big Fish, Less Than Jake, y The Mighty Mighty Bosstones; La Sinfóniska transmite en sus canciones mensajes de amor y unidad endulzando su propuesta con melodías alegres que nacen desde el corazón.
La banda originaria de la ciudad de Medellín presenta su nuevo disco ‘La registradora no devuelve’, un trabajo que aborda temáticas como los viajes mentales al pasado, la nostalgia que evoca decisiones que se toman y que no se pueden reversar, el amor, la motivación y la política.
El segundo álbum de estudio en la carrera de La Sinfóniska explora sonidos maduros en donde las frases largas de los vientos son protagonistas, además, incorpora mayores solos de guitarra.
«Salimos un poco del ska tradicional para combinarlo con rock puro. El disco es tan variado que tenemos la canción más suave y lenta que hemos compuesto y, a la vez, la más pesada y rápida de todas las que hemos creado durante nuestra carrera», comenta Jonathan Durango.
La música de La Sinfóniska es perfecta para escuchar en momentos de ansiedad y tristeza, pues sus canciones son una recarga de energía positiva.
La Sinfóniska tiene programada una serie de conciertos en los próximos meses para presentar en vivo ‘La registradora no devuelve’. En el mes de agosto el 7 en el Bar Antisocial en Medellín junto a Antised y Cacique Kandelo, el 15 en el Ska Festival Itagüí y el 29 en el Festival de Rock en La Unión, Antioquia junto a I.R.A. En septiembre, el grupo se presentará el 6 en el marco de los conciertos Ciudad Altavoz y el 11 en un show en la Media Torta de San Antonio de Prado.
«La Sinfóniska es música hecha con amor y de corazón. Nuestras melodías endulzan la vida de las personas que nos escuchan. Es felicidad garantizada», concluye Jonathan.